La bioimpresión 3D podría ayudar en los efectos cardíacos pediátricos al permitir una disminución de cirugías en los menores.
Uno de cada 100 niños nace con un defecto en el corazón, según explica Medscape. Para mantener estable la salud de los menores, se les suele hacer varias operaciones.
Debido a su crecimiento, es necesario cambiar los dispositivos que se implantan por unos nuevos que cumplan con el tamaño del cuerpo. Sin embargo, la idea de crear un dispositivo tridimensional es que este crezca junto con el menor y, a su vez, permita disminuir la cantidad de cirugías.
«El sueño es poder imprimir tejido cardíaco, como válvulas cardíacas y ventrículos, que viven y pueden crecer con el paciente», explicó Mark Skylar-Scott, profesor de bioingeniería en la Universidad de Stanford en California.
Funcionamiento de la bioimpresora
Para lograr que la idea sea posible, la impresión que se utiliza se construye con células vivas. A pesar de sonar como una invención del futuro, se utiliza desde 1988. Con la tecnología se han creado estructuras tridimensionales de piel, vasos sanguíneos, órganos y huesos.
La bioimpresora necesita material biológico como células, ADN y micro ARN que se exponen a ciertas condiciones para que crezcan.
“Esta ‘biotinta’ se coloca en capas, y se le otorga tiempo para que madure y se convierta en tejido vivo, lo que puede tomar de 3 a 4 semanas”, explicó Ibrahim Ozbolat, profesor de ciencias de ingenieria y mecanica, ingenieria biomedica y neurocirugía en la Universidad Estatal de Pennsylvania.
El profesor también compartió, en el artículo de Medscape, que comenzaron los ensayos clínicos para la reconstrucción del cartílago de la oreja, y la regeneración de nervios y piel. Se espera que en los próximos 5 a 10 años puedan trabajar con órganos más complejos.
Mientras tanto, la única desventaja actual de la biompresión 3D es la cantidad de tiempo que les toma esperar que se cree el material que necesitan.